Chirísimo. Ni para acolitar y sacar una tocha donde la vecina. Ni para un pitillo a tres bandas. Ni para unas patatas fritas, muy grasientas, en el chongo-bar. Ni para el bus de vuelta a casa, o el taxi de vuelta a casa, ahora que llevan taxímetro y el precio de la carrera se supone más barato, más justo. Y mucho menos, tengo dinero para los placeres caros que solía costearme. Un par de Camels de importación, quiero creer, con un par de panas, justo en el centro de la ciudad. La invitación tonta a una niña tonta, a beber algo en una cafetería refinada, muy cara y muy luminosa. Con la esperanza tonta de darle mal. El Jager que comprábamos a un contrabandista para beber las noches frías en las que queríamos calor de las costeñas. ¡El energizante y el cigarrillo puntual en la mañana! Tan necesario todo.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Chiro.
Chirísimo. Ni para acolitar y sacar una tocha donde la vecina. Ni para un pitillo a tres bandas. Ni para unas patatas fritas, muy grasientas, en el chongo-bar. Ni para el bus de vuelta a casa, o el taxi de vuelta a casa, ahora que llevan taxímetro y el precio de la carrera se supone más barato, más justo. Y mucho menos, tengo dinero para los placeres caros que solía costearme. Un par de Camels de importación, quiero creer, con un par de panas, justo en el centro de la ciudad. La invitación tonta a una niña tonta, a beber algo en una cafetería refinada, muy cara y muy luminosa. Con la esperanza tonta de darle mal. El Jager que comprábamos a un contrabandista para beber las noches frías en las que queríamos calor de las costeñas. ¡El energizante y el cigarrillo puntual en la mañana! Tan necesario todo.
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