lunes, 7 de julio de 2014

Te voy a picar muy fina en líneas largas y níveas, te voy a jalar y te voy a olvidar. Voy a recluirme todo un fin de semana con los amigos del mal, que teniendo en cuenta el lugar y las circunstancias, son mis únicos amigos. Vamos a llamar a El Negro para que nos provea del mejor producto de nuestra Sudamérica, y luego de la respectiva rebaja para los panas y consumidores asiduos, compraremos. Un gramo será insuficiente, dos gramos casi excederán nuestro presupuesto y tres gramos completaremos con los pases de cortesía que siempre ofrece nuestro dealer preferido para comprobar que la coca es la misma. Y nos parecerá suficiente, aunque cualquiera de nosotros, a mitad de la madrugada, pida un taxi hasta un cajero para retirar veinticinco dólares y conseguir el último gramo de la noche.
Sucederán entre jale y jale, la conversación que intentaré hacer trascendente con cierta chica, la sorpresa y la mojigatería estúpida de las peladas que se escandalizan por un polvito de nada, los sorbos cortos a la mezcla de Jager y Monster y los tragos largos a la Coca-Cola bien fría, el recuento y la vigilancia preocupados para evitar que alguien se pase de cabrón y jale más de la cuenta.
Y al final de la noche, ya en la madrugada, con toda la energía del mundo, luego de hablarle sobre escritores, directores de cine, libros y películas, cierta chica aflojará, como aflojarán las mojigatas cuencanas que escucharán a mis panas. Y ésta tía, capaz igual que tú, no tendrá la más mínima idea sobre nada de lo que le hablaré, e igual que tú, sospechará que hay algo en mí, medio turbio e interesante, por descubrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario