Cuál es mi parte, si no estás tú. ¿Con qué parte de mi
cabeza me quedo yo? ¿Con qué parte de mi corazón, —por muy cursi que te suene,
ahora que no te importo—, me quedo yo? Pareceré un zombie a partir de ahora, caminando por ahí, yendo a fiestas, tan
solo con una mitad de mi cuerpo. ¿Cuál vas a dejar conmigo?
¿Quién me hará ver las películas más insustanciales, cuando
quiera parecer pretencioso? ¿Quién intentará hacerme ese latino, pijo —aniñado—,
que debería ser? ¿Quién me ayudará a sobrellevar mejor la vida en la Tierra,
rodeado de gente? ¿Quién diablos interrumpirá mi lectura insomne con un polvo
de antología? ¿Quién se hartará de decirme que me compre un smartphone para poder comunicarse conmigo
a todas horas? ¿A quién obligaré a llamarme, enviarme SMSs y ser tan analógica
todavía?
¿Me vas a recordar? Eso sería una pequeña victoria. La
derrota total es ir a clases y vivir domingos sin tu inspiración. ¿Le contarás
a alguien, alguna vez, algún día, que tuviste un novio cultureta, de gustos raros, medio majareta? ¿Realmente fuimos
novios? ¡¿Qué puctas fuimos?!
Nos vamos a matar, nena, eso está claro. No quedará nada de
lo que fuimos alguna vez. Nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario