Un médico no debe fumar. No debería fumar. No puede fumar. Todas las frases que obligan a un futuro doctor a no iniciarse en el mal hábito o a dejarlo inmediatamente al empezar la carrera o justo antes de terminarla, revolotean en mi cabeza cuando a las dos de la mañana de un día recién jueves fumo un Marlboro mentolado que el interno de Cirugía guardaba, y desciende un matrimonio de un Tucson preguntando por Emergencias, lo que nos obliga inmediatamente a desprendernos de los cigarrillos e ingresar al hospital, prestos a brindar a atención. Y a hacer frente a las caras de reprobación y asco, incluso las arcadas, de los pacientes que nos esperan.
Antes de iniciar el primer año, durante la semana de preparación con la que nos alecciona la universidad, el neumólogo de la facultad, quien más tarde sería nuestro profesor de Biología y Neumología, dictaba un curso rápido sobre técnicas de estudio a la vez que nos aconsejaba y contaba lo que realmente significa ser médico. Para él. Un médico no tiene solamente que serlo, tiene que parecerlo —recuerdo que fueron sus palabras exactas para luego continuar, más o menos—. Ustedes no pueden vestir ni peinarse de cualquier manera. No pueden tener malos hábitos. Sería bastante decepcionante verlos bebiendo o fumando cerca de la facultad, en los bares que hay por aquí.
La paciente con una infección de tracto urinario, de veinte años de edad, que espera a que el analgésico le haga efecto en la camilla número de 1 de la sala de emergencias quirúrgicas, siente náuseas e incluso se acerca hasta uno de los botes de desechos para vomitar casi nada, apenas cincuenta centímetros cúbicos aproximadamente, de color claro, si acaso bilioso, cuando pasamos cerca de ella y percibe el olor bastante fuerte de los cigarrillos impregnado en nuestras batas blancas. Es que el olor a tabaco me provoca náuseas —se queja la paciente—. Y el señor de mediana edad, con antecedentes personales y familiares de litiasis renal, que refiere dolor en región lumbar izquierda de tipo cólico desde hace cinco horas, además de náuseas y vómito por dos ocasiones... pues éste señor simplemente quiere que le den algo para que le calme el dolor y poco le importa si fumamos o no. Si fuera de la facultad y en los bares que hay en los alrededores, damos buena cuenta de los tubitos de nicotina y cáncer. Si los acompañamos con una cerveza, un Zhumir o un buen Whisky. Si parecemos o no buenos médicos. Solo quieren que le alivien del mal que le aqueja. Simplemente.
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